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In our walk with Christ, and sometimes, life in general, there will be barriers we'll be confronted with to make communicating with others difficult. Sometimes there's a language barrier, sometimes there are cultural barriers that deter us from connecting with people. However, there is one thing that goes beyond these barriers and unites us all, no matter where we are from or how we were raised, and that is Christ.

Today, we have brothers and sisters working in the Kingdom of God by caring for the spiritual needs in many different locations as chaplains. Some are with our brave soldiers in the military, providing spiritual comfort while in the midst of conflicts. Others are institutions guiding those that might need guidance in a stage of life they're facing, others are in environments where maybe they themselves are challenged due to cultural and societal differences. Regardless of the circumstances, one this is certain, they are bridging the gap that separates people from God.

Our brothers and sisters that are helping with the spiritual care of others as chaplains is a task that can as challenging as it is rewarding (spiritually speaking). When we talk to others about Christ, we are sewing the seeds of the gospel into their hearts, with the expectation that God will work, and the seed will bear fruit. Chaplains often times provide a spiritual care that goes beyond just speaking about the gospel. They're comforters in loss and desperation, they're up lifters for those that need prayer, they're counselors and sometimes they're the face a person sees before parting with this world.

Let's join together, covering in prayer all our brothers and sisters that are serving as chaplains throughout our nation. Let's pray that the Holy Spirit continue to guide them, anoint them and give them wisdom all throughout their journey. That they be able to reach those that need the gospel of Jesus and bring them to the Kingdom of God.

 

En nuestro caminar con Cristo, y en la vida en general, en lo cual nos enfrentaremos con barreras que dificultarán la comunicación con los demás. A veces hay una barrera lingüística, a veces hay barreras culturales que nos impiden conectarnos con las personas. Sin embargo, hay una cosa que va más allá de estas barreras y nos une a todos, sin importar de dónde seamos o cómo hayamos sido criados, y eso es Cristo.

Hoy, tenemos hermanos y hermanas que trabajan en el Reino de Dios cuidando las necesidades espirituales en muchos lugares diferentes como capellanes. Algunos están con nuestros valientes soldados en el ejército, brindando consuelo espiritual en medio de conflictos. Otros están en las instituciones guiando a quienes podrían necesitar orientación en una etapa de la vida que estén enfrentando, otros están en entornos en los que tal vez ellos mismos se vean desafiados debido a diferencias culturales y sociales. Independientemente de las circunstancias, una cosa es segura, están cerrando la brecha que separa a las personas de Dios.

Nuestros hermanos y hermanas que ayudan con el cuidado espiritual de los demás como capellanes es una tarea que puede ser tan desafiante como gratificante (espiritualmente hablando). Cuando hablamos de Cristo con otros, estamos sembrando las semillas del evangelio en sus corazones, con la expectativa de que Dios obrará y la semilla dará fruto. Los capellanes muchas veces brindan un cuidado espiritual que va más allá de simplemente hablar del evangelio. Son consoladores en la pérdida y la desesperación, son animadores para aquellos que necesitan oración, son consejeros y, a veces, son el rostro que una persona ve antes de írse de este mundo.

Vamos a unirnos, cubriendo en oración a todos nuestros hermanos y hermanas que están sirviendo como capellanes en nuestra nación. Oremos para que el Espíritu Santo continúe guiándolos, ungiéndolos y dándoles sabiduría a lo largo de su camino. Para que puedan alcanzar a aquellos que necesitan el evangelio de Jesús y llevarlos al Reino de Dios.